jueves, 29 de noviembre de 2012

Asociación DUBABU

DUBABU es una asociación que se dedica a ayudar a los demás. No es una macro ONG con el poder de  anunciarse en diferentes medios de comunicación, o con la capacidad de poder captar socios mediante captaciones masivas. Es más humilde que todo eso. Y es, precisamente, en esa humildad donde yo pienso que está su éxito. De una manera callada, silenciosa, con modestia han conseguido hitos impensables, como pueda ser, entre otros proyectos, la inauguración de una escuela de secundaria en Burkina Faso o el emocionante proyecto de Música para Matías, un joven invidente al que se le ha podido ayudar a sobrevivir gracias a la música. 

Uno de los puntales de DUBABU es su fundador, Manuel Vilches. Extraído de su página, os pongo a continuación un pequeño resumen de quien es este fotógrafo y "conseguidor de sueños". Os invito también a que conozcáis la página de la asociación y la del propio Manuel.

Manuel Vilches, nace a la luz de Andalucía en un pequeño pueblo de la costa del sol, Estepona, Málaga en el año 1960. Vive afincado en Ubrique desde 1970, a la sombra de dos parques naturales, Sierra de Grazalema y Los Alcornocales.
Es en 1990, en un viaje, donde comienza a fotografiar las distintas realidades y culturas del mundo. Desde entonces a recorrido países tan distintos como apasionantes. Sus fotografías van desde la esplendorosa Petra al llanto de un niño en el interior de África. Estudioso y autodidacta intenta crear en todas sus fotos una atmósfera de realidad, y mostrar la vida de forma natural sin dramatismos ni exageraciones. En sus retratos se descubre la interrelación entre sus personajes y el mismo, basado en un gran sentido de la comunicación, su carácter afable le hace ser aceptado por los diferentes pueblos y etnias con los que ha convivido. La fotografía no es un fin, es un medio para acercarse a los pueblos y enriquecerse como persona, es eso lo que da sentido a su trabajo. 





El mismo año que comienza el ataque a Irak, viaja a Siria y fruto de su viaje nace la exposición "Te presto mis ojos" Un trabajo que saca a relucir la diferencia cultural entre los pueblos y la necesidad de un mundo lleno de diversidad. Los pueblos en contacto se enriquecen unos a otros y permanecen despiertos.
En el año 2005 viaja a Yemen y recorre el país entero, atravesando el desierto de Ramlat as Sabatayn, y llegando a las hermosas montañas de Jabel an-Nabi Shu`ayb fotografiando un paisaje espectacular. De este viaje cabe destacar los retratos de mujeres yemenitas. Así nace su segunda exposición, "Yemen, una mirada al pasado"
En septiembre de 2006, viaja a Níger para fotografiar la etnia de los Peul-Bororo. Con ellos convive en sus campamentos y es invitado a sus representaciones en la fiesta de Gerewol.
Se acerca hasta Agadez para adentrarse en el desierto del Teneré en busca de las caravanas de sal y durante 11 días convive con los tuareg del desierto, hombres adaptados al medio de forma sorprendente. De su experiencia y su viaje nacido su tercera exposición, "El agua de la vida". Esta exposición se inauguro en Madrid de la mano de Goma Espuma y su recaudación sirvió para ayudar a los damnificados del tsunami de Sri Lanka.
En 2007 recorre Malí conviviendo con los Bozo a las orillas del Níger, remonta el río desde Mopti hasta Tombuctú, donde visita y convive con los descendientes andalusíes de la tan famosa biblioteca Kati. Recorre la Falla de Bandiagara para convivir con los dogones y su ancestral forma de vida. Su siguiente exposición "Malí, Geografía Humana. 
En 2008-2009-2010 viaja a Burkina Faso donde no solo recorrerá el país, Manuel es presidente y fotógrafo de La Asociación Dubabu, y de sus fotografías nace la ayuda para subvencionar los proyectos humanitarios llevados a cabo en África. 2009 Exposición: Burkina Faso, El País de los Hombres Íntegros. 2009 El Centro Editorial de la Diputación de Málaga publica su libro de fotografías: "África, Miradas de un Continente"
En 2010 firma un convenio de colaboración con La Universidad de Sevilla, quien financiará su siguiente exposición, África a Través de un Objetivo Solidario. Que recorrerá distintas ciudades andaluzas a través de sus universidades. Es en enero del 2011 cuando comienza el proyecto "Una Escuela Para Bantogodó" Este ambicioso proyecto es construir una escuela de secundaría en la aldea de Bantogodó, Burkina Faso, para 256 niñ@s que tienen difícil acceso a la educación secundaria. La obra comenzada en enero del 2011 debe estar finalizada para septiembre del mismo año.
Desde siempre este fotógrafo ha vinculado la palabra solidaridad a su trabajo fotográfico.
(Fuente: Manuel Vilches WEB )

Me congratula decir que esa escuela de Bantogodó, en Burkina Faso, ya está a pleno rendimiento.

martes, 27 de noviembre de 2012

Revista nº 3 - OjoDigital

En OjoDigital publicamos aproximadamente cada dos meses esta revista digital, donde se recopila los mejores reportajes aportados por los foreros (viajeros, entrevistas...) y las, cada vez más, famosas FDLS (fotos de la semana).
A ver qué os parece.


¿Camisa? Foto del Bimestre en OjoDigital

Pues después de muuuuucho tiempo sin lograrlo, es un motivo de satisfacción y orgullo (¿os recuerdo a alguien?, jejeje) haberlo conseguido. 
La verdad es que me ha hecho mucha ilusión, ya que, además de ser una especialidad en la que me estoy iniciando y aprendiendo, los "competidores" eran de un nivel de aupa. Esto, si cabe, todavía hace que me sienta más orgulloso. Engancha esto de los bodegones.
Vaya desde aquí mi reconocimiento, por su trabajo y, sobre todo, por sus consejos y ánimos a Jesús M. García.
Por cierto, se me olvidaba, la foto es esta:


miércoles, 11 de julio de 2012

Exposición Fotográfica OjoDigital

A finales del pasado mes de mayo, dio comienzo la exposición de fotografía de ojodigital.com. Una exposición itinerante que tiene previsto, a lo largo de aproximadamente 2 años, recorrer todo el territorio nacional, visitando todas las comunidades autónomas. 

El pistoletazo de salida se dio en la localidad cordobesa de Castro del Río y contó con la colaboración del Ayuntamiento de dicha localidad. Del 26 de mayo al 10 de junio, las 54 fotografías que completan la exposición pudieron ser visitadas en la Biblioteca Municipal. 
 

La siguiente parada fue en Torrijos, Toledo. En un marco incomparable, el Claustro de del Palacio de Don Pedro I, el 18 de junio fue inaugurada la exposición. Esta vez, también el Consistorio de Torrijos colaboró en el evento. Ha podido ser visitada hasta el 30 de junio, fecha en la que la exposición (y sus organizadores) se toman unas pequeñas vacaciones. 

A la vuelta de estas, se retomará con frenética actividad, puesto que ya tenemos confirmadas no menos de 5 localidades hasta las navidades. De todo ello y en cuanto tenga confirmada las fechas definitivas, os iré informando
Aquí, un servidor, participa en este evento expositivo con la siguiente imagen:


miércoles, 16 de mayo de 2012

Gervasio Sánchez (y III) · Antología

Hay ocasiones en la vida que ves, que sientes cosas que consiguen, aunque sea momentáneamente, encerrarte en una burbuja contigo mismo, con tus pensamientos y las consecuencias que las emociones despiertan en tu interior. A mí, me ha sucedido ya varias veces. Recuerdo que esas sensaciones me han invadido tras ver alguna que otra película, o con algún que otro libro.
Pues sí, el domingo pasado lo volví a vivir en el edificio Tabacalera cuando salía por su puerta a la calle tras haber (¿disfrutado? ¿padecido? ¿aprendido? ¿avergonzado? ¿llorado? ¿frustrado? ¿encolerizado?....) con la exposición de Gervasio Sánchez. Así que, al abandonar el edificio, me senté en un banco de la calle Embajadores, encendí un cigarro e intenté procesar todas esas emociones y sensaciones que se habían ido despertando en mi interior conforme iba avanzando por las lúgubres galerías del Tabacalera.

En primer lugar, destacar que el entorno no podía ir más acorde con la temática de la exposición. Para todo aquel que no conozca este lugar, decir que el edificio Tabacalera está en fase de remodelación y reacondicionamiento continuo. Es, podríamos decirlo así, como si se encontrara inmerso en un bucle de autoconstrucción. Rodeado de andamiaje, es casi incluso difícil encontrar la entrada a la sala donde se realiza la exposición. Una vez dentro te encuentras con una sala diáfana y arcada, con apenas 8 o 10 murales con una única fotografía para presentar cada una de las diferentes series que Gervasio presenta en esta exposición. Todo ello rodeado con una tenue luz y envuelto de una grabación sonora que el propio autor tomó durante uno de los bombardeos que vivió en su estancia en la guerra de los Balcanes. Creo recordar que había sido en el propio Sarajevo. Al fondo, entre los dos arcos que conducen a las diferentes salas, una gran pantalla donde se van sucediendo diferentes escenas tomadas por el fotoperiodista cordobés.

Una vez dentro y tras poder empaparse del ambiente cuasi romántico del edificio, te empiezas a encontrar con las primeras imágenes. Un pasillo largo, con las fotografías a ambos lados y algún panel explicativo del propio autor. Entre esa atmósfera creada por lo que transmite el edificio; las sensaciones que se comienzan a despertar tras las primeras imágenes, hay algo que empieza a atraerte sin darte cuenta. De repente, te das cuenta que tras ver cada una de las fotos y al avanzar, tu mirada se dirige continuamente hacia el mismo lugar. Al fondo de este pasillo hay una foto inmensamente grande (en todos los aspectos) que es imposible no ir magnéticamente atraído hacia ella. Es la famosa foto de la biblioteca de Sarajevo, destruida tras ser alcanzada por una bomba incendiaria, atravesada por un rayo de luz que entra por una de las ventanas del supuesto edificio.

Así que, irremediablemente, dejo de un lado las primeras imágenes y me dirijo directamente hacia ella. Atroz, espeluznante. La vergüenza de una guerra queda reflejada en esta fotografía. Decido volver al punto en que me encontraba antes de ir a ver la biblioteca.
Cada poco espacio del pasillo, múltiples salas pequeñas proyectan videos tomados, por el propio autor. Escuetos taburetes donde seguro mucha gente no habrá podido, irremediablemente, avergonzarse de la barbarie humana. De lo que somos capaces de llegar a hacer.
Se van sucediendo los pasillos y salas donde se exponen las imágenes de las diferentes series. De momento, la guerra de los Balcanes es la que más me ha impactado. Fotografías directas, duras, que te transportan directamente al lugar. Pero también escenas cargadas de un gran sentimiento y sensibilidad. Niños jugando, señoras yendo a la compra, soldados descansando… pero en todas ellas con alguna huella que la guerra ha ido dejando y ha comenzado a rodear sus vidas.
Tampoco puede uno dejar de recordar en estas líneas la serie de América Latina. Fotografías que muestran otro tipo de barbarie. Barbarie de un puñado de necios que durante años sembraron el terror a su antojo, haciéndose creer seres superiores, casi divinos, con el derecho de tener en sus manos la vida de otros. Hay que recordar, que América Latina, léase El Salvador, Colombia, Guatemala, Chile…, fue  el detonante del trabajo de Gervasio Sánchez.



















La serie de Vidas Minadas también va dejando mi huella y dándole forma a la burbuja que se va construyendo a mi alrededor. La desgarradora “Sofía y  Alia” hace que mis pelos se ericen y una presión inaguantable se adueñe de mi garganta.




Desaparecidos es otra de las series que no te deja de golpear por dentro. Aunque he de reconocer que fue la serie por la que, digámoslo así, más rápido pasé. Hace poco más de cuatro meses había acudido a ver la exposición en Zaragoza.



No por ello dejaré de destacar la manera que Gervasio Sánchez ha sabido golpear en el centro de las conciencias con esta serie en la que, los principales protagonistas, son los que no aparecen en sus imágenes. Una tarea realmente difícil, pero que ha sabido, de manera genial, llevar a cabo.
Y dejo para el final la serie de África. El propio Gervasio dice que ha sido su peor momento, hablando desde una perspectiva humana. No es de extrañar viendo sus imágenes. Los niños soldado; las grandes matanzas entre diferentes etnias (no sé si produce más tristeza esto o la pasividad de los países ¿desarrollados?); las grandes hambrunas de la década de los noventa que acabaron con millones de personas, especialmente niños y niñas, debido a la inanición o las epidemias de cólera… A mí, en especial, son las fotografías de este último apartado las que hacen que me derrumbe. En especial la de las 6 niñas, desnudas. Solo pellejo sobre sus huesos, esperando la muerte sobre una sábana verde. Muerte que comienza a dibujarse en sus rostros. Cuenta Gervasio que, en compañía de un compañero y, mientras se dirigían al aeropuerto de, no recuerdo ahora qué ciudad,  ambas cunetas estaban repletas de cuerpos sin vida. Miles de muertos anónimos, olvidados.



Y ahí me encuentro. En ese banco de la calle Embajadores apurando las últimas caladas de mi cigarro e intentando digerir todo lo que Gervasio Sánchez lleva casi tres décadas denunciando. Apago mi cigarro y me alejo compungido. Intentando darme cuenta de lo afortunados que somos unos cuantos y lo desdichados que son muchos. Preguntándome por qué el ser humano es capaz de permitir estas injusticias. Me alienta  saber que el trabajo de Gervasio (y el de muchos otros) pueda llegar a hacer mella en las conciencias de los que deciden nuestro devenir. Al menos, eso espero.

El © de las fotografías pertenece a Gervasio Sanchez y a Jorge Ruiz Dueso

sábado, 5 de mayo de 2012

Gervasio Sánchez (2) - Desaparecidos


No sé muy bien si fue por casualidad o por necesidad humana, que cayeran en las manos de Gervasio Sánchez, allá por el año 1984, una serie informes de Amnistía Internacional  sobre las violaciones de los derechos humanos que se estaban produciendo en varios países de Centroamérica, como El Salvador y Guatemala.
El caso es que, seguramente, fue el detonante que saltó en el interior de este referente del fotoperiodismo para desencadenar un torrente de sensaciones, de necesidades interiores que luchaban por exteriorizarse, necesidades que le llevaron a tomar la determinación de convertirse en el canal comunicativo a los ojos del mundo de toda esta serie de injusticias que no podían caer en el olvido.
Con el sacrificio que significa el mero hecho de abandonar temporalmente a la familia y al mundo de comodidades que nos rodea y armado hasta los dientes con su máquina fotográfica, Gervasio sufragaba sus viajes a estos países en conflicto trabajando como camarero. No le duele el reconocerlo. Es más, creo que oyéndole recordar aquellos años, se enorgullece de que sucediera así. Yo creo que da todavía más valor a su trabajo. Es cordobés, sí, pero tantos años en Zaragoza le han convertido en un tozudo más en la tierra del Cierzo. Pero vivir en primera persona un conflicto no es solo lo que mencionaba de abandonar a tu familia, tus amigos, tu forma de vida. Es mucho más. Es poner en riesgo tu propia vida.
¿Para qué tanto esfuerzo entonces? A los ojos de la mayoría de los mortales, la respuesta sería la propia pregunta. Para gente como Gervasio Sánchez, creo que se reduce a una sencilla respuesta: necesidad. Necesidad de mostrar lo que significa una guerra, sus consecuencias. Son muchas las penurias que hay durante y tras una guerra.
 Una de ellas es el drama de los Desaparecidos. Los propios desaparecidos y sus familias. Obviamente los protagonistas principales de la serie Desaparecidos son los que no están. Entonces, ¿cómo realizar una serie donde dichos actores no pueden aparecer en sus fotografías? Gervasio Sánchez intenta mostrar en la mayoría de sus capturas lo que sucede alrededor del conflicto. Asegura que los perdedores y las principales víctimas de los encuentros bélicos no son los muertos, los desaparecidos. Son los que se quedan, las madres y padres sin hijos, los hijos sin padres. No busca la facilidad de la lágrima fácil que supone el sufrimiento. En sus fotografías busca el instante, el detalle, la evocación de todo ello basada en la utilización de la connotación en detrimento de la denotación hasta hacer convertir esa lágrima fácil en un disparo certero sobre nuestras conciencias. En eso es en donde el cordobés ha conseguido hacer mella a los ojos del mundo. 

A lo largo de casi tres décadas Gervasio Sánchez ha retratado este cruel mundo de las desapariciones de seres humanos en Guatemala, El Salvador, Colombia, Perú, Chile, Argentina, Bosnia, Camboya, Irak y España. Por eso este trabajo conlleva un grito directo a los oídos de los dirigentes. Es su propia implicación personal. Su objetivo. Es hacer pensar en las responsabilidades de dichos dirigentes. Denunciar la manera en que giran la cabeza y buscan otro lugar que no se les incomode. O mejor dicho, otro lugar donde puedan seguir con sus cómodas vidas, sus arcas llenas y su humanidad vacía.
Gervasio Sánchez ha publicado un doble libro sobre esta serie. Yo tuve  la suerte de visitarla el pasado diciembre en Zaragoza. La comisaria de la misma ha sido Sandra Balsells, profesora de la Universidad Ramón Llull, de quien me quedo con la definición que le daba a los protagonistas ausentes de la serie “los desaparecidos, estas personas que no están ni vivos ni muertos”. La serie constaba de 122 fotografías en blanco y negro, además de 87 en color. Se pudieron visualizar también diferentes videos, grabados por el propio Gervasio, sobre los desgarradores testimonios de los familiares de los desaparecidos.
Así mismo, la editorial Blume ha publicado un libro, desaparecidos, donde se recogen las obras de Gervasio Sánchez y donde podemos contemplar la contundencia de la denuncia que se encuadra dentro de cada una de sus fotografías. En definitiva, una obra imprescindible para los que amamos la fotografía, y de manera general, la libertad.

Os pongo unos cuantos enlaces para conocer un poquito más a este monstruo del fotoperiodismo:
Mi primer artículo sobre él:

Su página de Heraldo de Aragón:

Enlace de la Exposición Desaparecidos:

Aquí podéis ojear el libro mencionado:












El © de estas imágenes corresponde a Gervasio Sánchez.
PD: Hoy, 5 de mayo, me acercaré a su nueva exposición, Antología, un compendio completo de su obra. En el próximo artículo, os hablo de ella.