No sé muy bien si fue por
casualidad o por necesidad humana, que cayeran en las manos de Gervasio
Sánchez, allá por el año 1984, una serie informes de Amnistía Internacional sobre las violaciones de los derechos humanos
que se estaban produciendo en varios países de Centroamérica, como El Salvador
y Guatemala.
El caso es que, seguramente, fue
el detonante que saltó en el interior de este referente del fotoperiodismo para
desencadenar un torrente de sensaciones, de necesidades interiores que luchaban
por exteriorizarse, necesidades que le llevaron a tomar la determinación de
convertirse en el canal comunicativo a los ojos del mundo de toda esta serie de
injusticias que no podían caer en el olvido.
Con el sacrificio que significa
el mero hecho de abandonar temporalmente a la familia y al mundo de comodidades
que nos rodea y armado hasta los dientes con su máquina fotográfica, Gervasio
sufragaba sus viajes a estos países en conflicto trabajando como camarero. No
le duele el reconocerlo. Es más, creo que oyéndole recordar aquellos años, se
enorgullece de que sucediera así. Yo creo que da todavía más valor a su
trabajo. Es cordobés, sí, pero tantos años en Zaragoza le han convertido en un
tozudo más en la tierra del Cierzo. Pero vivir en primera persona un conflicto
no es solo lo que mencionaba de abandonar a tu familia, tus amigos, tu forma de
vida. Es mucho más. Es poner en riesgo tu propia vida.
¿Para qué tanto esfuerzo entonces?
A los ojos de la mayoría de los mortales, la respuesta sería la propia
pregunta. Para gente como Gervasio Sánchez, creo que se reduce a una sencilla
respuesta: necesidad. Necesidad de mostrar lo que significa una guerra, sus
consecuencias. Son muchas las penurias que hay durante y tras una guerra.
Una de ellas es el drama de los Desaparecidos.
Los propios desaparecidos y sus familias. Obviamente los protagonistas
principales de la serie Desaparecidos son los que no están. Entonces, ¿cómo
realizar una serie donde dichos actores no pueden aparecer en sus fotografías?
Gervasio Sánchez intenta mostrar en la mayoría de sus capturas lo que sucede
alrededor del conflicto. Asegura que los perdedores y las principales víctimas
de los encuentros bélicos no son los muertos, los desaparecidos. Son los que se
quedan, las madres y padres sin hijos, los hijos sin padres. No busca la
facilidad de la lágrima fácil que supone el sufrimiento. En sus fotografías
busca el instante, el detalle, la evocación de todo ello basada en la
utilización de la connotación en detrimento de la denotación hasta hacer
convertir esa lágrima fácil en un disparo certero sobre nuestras conciencias. En
eso es en donde el cordobés ha conseguido hacer mella a los ojos del mundo.
A lo largo de casi tres décadas
Gervasio Sánchez ha retratado este cruel mundo de las desapariciones de seres
humanos en Guatemala, El Salvador, Colombia, Perú, Chile, Argentina, Bosnia,
Camboya, Irak y España. Por eso este trabajo conlleva un grito directo a los
oídos de los dirigentes. Es su propia implicación personal. Su objetivo. Es
hacer pensar en las responsabilidades de dichos dirigentes. Denunciar la manera
en que giran la cabeza y buscan otro lugar que no se les incomode. O mejor
dicho, otro lugar donde puedan seguir con sus cómodas vidas, sus arcas llenas y
su humanidad vacía.
Gervasio Sánchez ha publicado un
doble libro sobre esta serie. Yo tuve la
suerte de visitarla el pasado diciembre en Zaragoza. La comisaria de la misma
ha sido Sandra Balsells, profesora de
la Universidad Ramón Llull, de quien me quedo con la definición que le daba a
los protagonistas ausentes de la serie “los
desaparecidos, estas personas que no están ni vivos ni muertos”. La serie
constaba de 122 fotografías en blanco y negro, además de 87 en color. Se
pudieron visualizar también diferentes videos, grabados por el propio Gervasio,
sobre los desgarradores testimonios de los familiares de los desaparecidos.
Así mismo, la editorial Blume ha publicado un libro, desaparecidos, donde se recogen las obras de Gervasio Sánchez y
donde podemos contemplar la contundencia de la denuncia que se encuadra dentro
de cada una de sus fotografías. En definitiva, una obra imprescindible para los
que amamos la fotografía, y de manera general, la libertad.
Os pongo unos cuantos enlaces para conocer un poquito más a este monstruo del fotoperiodismo:
Mi primer artículo sobre él:
Su página de Heraldo de Aragón:
Enlace de la Exposición Desaparecidos:
Aquí podéis ojear el libro mencionado:
El © de estas imágenes corresponde a Gervasio Sánchez.
PD: Hoy, 5 de mayo, me acercaré a su nueva exposición, Antología, un compendio completo de su obra. En el próximo artículo, os hablo de ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario